lunes, 14 de mayo de 2012



Mi libro "Payola, Derecho e Industria Musical" ha sido puesto en circulación por el Ministerio de Cultura a propósito de la celebración de la Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2012. Es una edición del Ministerio de Cultura de la República Dominicana y la Editora Nacional, y lo han hecho como parte de una labor encomiable de fomento a la producción literaria y cultural nacional, y por ello les agradezco profundamente.

La obra cuenta con una presentación del Magistrado Juan Manuel Guerrero (Juez de la Corte de Trabajo del D.N., prestigioso jurista y catedrático universitario), y un prólogo del Dr. Manuel Tejada (maestro y gloria de la música dominicana, Premio Nacional de Música, laureado compositor y arreglista). El libro se encuentra de venta en la Librería de Cultura (calle Hostos, Zona Colonial) y en Cuesta Centro del Libro.

Aquí debajo copio una entrevista que me fue realizada sobre mi este libro en el programa "DEBATE JURÍDICO", órgano de la Academia del Derecho de la República Dominicana, en el mes de mayo 2012. Conduce la entrevista la distinguida jurista Dra. Cristina Aguiar, miembro fundadora de dicha institución. Transmitida por el canal Coral 39 el sábado 12 de mayo de 2012.


La puesta en circulación del libro fue reseñada por el periódico El Nacional (hacer click en: http://elnacional.com.do/que-pasa/2012/5/4/120177/Embestidalegal-contra-la-payola) y el periódico Diario Libre (hacer click en: http://www.diariolibre.com/revista/2012/05/05/i334822_index.html).

El siguiente texto consiste en las palabras que dije en dicho evento:



“Compromiso”… “Compromiso”, del latín “compromissum”, es una palabra que define una relación que supone la existencia de deberes determinados. Sin embargo, el tipo de deberes a los que me refiero hoy difieren de las obligaciones jurídicas en la medida que, desde la perspectiva kantiana[1], provienen de una motivación interna de sanos sentimientos y no por coacción externa. Estos deberes tienen la virtud de promover al individuo para manifestar acciones éticas, no llevadas por impulsos ni inclinaciones, pero acciones que descansan en las relaciones de los seres racionales entre sí.[2]
Mi nombre es Juan Miguel Castillo Roldán, y un deber ético me ha motivado. Soy licenciado en derecho y músico, y ambas condiciones me han empujado a crear el texto que hoy se pone en circulación.
Este libro es una obra de naturaleza jurídica con carácter investigativo, analítico, crítico y propositivo, siguiendo ese mismo orden. En él he aplicado mis conocimientos de derecho, salpicado con conocimientos empíricos en mi condición de músico.
Ahora, siempre pensé que el Derecho, como cualquier otra disciplina, no tiene todas las respuestas, pero sí tiene un atributo único e indiscutible. El derecho empuña algunas de las herramientas más poderosas para responder de manera vinculante males y controversias sociales, y esas herramientas son la  aplicación de la pirámide normativa y el razonamiento jurídico.
Me he aferrado a estos dos principios y de esa unión ha nacido este libro. Mi obra responde la mayoría de las interrogantes que giran alrededor de un fenómeno bien conocido como “la payola”. El sistema que he empleado para enfrentar este fenómeno ha sido por una doble vía de métodos. El primero de ellos ha sido la organización binaria moderada del índice (aunque por unos pequeños errores involuntarios de los diagramadores el índice no refleja toda la integridad del texto), y el segundo ha sido la utilización del sistema positivista de origen romano germánico que gobierna nuestro orden jurídico. La razón de este segundo método radica en que el núcleo de la obra ha sido la polémica legalidad de la payola, y para responder cuestiones de legalidad en nuestro ordenamiento es imprescindible hacerlo mediante normas escritas y vigentes.
“Payola, derecho e industria musical” persigue descubrir la pertinencia y validez jurídica de preguntas y respuestas que me ha provocado la legitimidad y tolerabilidad de la payola. ¿Siempre ha existido? ¿Tiene repercusiones jurídicas? ¿Existen antecedentes normativos o jurisprudenciales? ¿Se ha manifestado sobre ello la doctrina jurídica? ¿Qué dicen otros autores del campo económico y filosófico? O como me han preguntado impacientemente una y otra vez, ¿por fín, Juan Miguel, es legal o ilegal?
No puedo responder a estas preguntas ahora porque frustraría la sorpresa de mis próximos lectores, y admito que me sentiré satisfecho si luego de estas palabras he logrado despertar la curiosidad por leer lo que he tenido que decir en este libro.
Mi deseo, consciente de las limitaciones del medio y alerta de la realidad, es que esta obra sea el inicio de una reflexión. Es necesario repensar aquellos problemas que afectan la sociedad. Es necesario evaluar las dificultades que azotan la convivencia en comunidad, y es necesario descontaminar las relaciones en el mercado de agentes patógenos, distorsionadores y corruptores, donde las víctimas en ocasiones son las mayorías y en otras las minorías. Por último, en cuanto a la colisión que sucede entre las maniobras malsanas de la payola y las reglas del derecho y la industria musical, es necesario aplicar medidas que permitan un juego equilibrado con igualdad de oportunidades que responda a lo que dicta la ley y lo que dicta el sentido común.
Quiero dar un profundo y cálido agradecimiento al Ministerio de Cultura y la Editora Nacional por haber permitido que todo esto fuese posible. Estas entidades tienen una dura tarea de gestionar, fomentar y preservar los preciados valores culturales. Además, el hecho de que sea el Ministerio de Cultura que ponga en circulación este libro tiene un significado muy especial. Es esta entidad la responsable de haber introducido al Congreso Nacional la única iniciativa legal de regular la payola. Poco más de una década más tarde, el Ministerio hoy facilita la publicación de este libro. ¿Quién sabe qué consecuencias podrán derivarse de esto? Pues quizás un nuevo anteproyecto de ley mejorado, pero sólo el tiempo dirá.
Para finalizar, me permito decir que con la Ley No. 41-00 y la nueva Constitución dominicana, el trabajo de la difusión cultural adopta una peculiaridad, y es que reconocen una obligación general de todos los ciudadanos a promover los valores culturales. Yo he reconocido mi deber, y he tratado de materializarlo jurídicamente de la mejor forma, siendo esto sólo un comienzo.


[1] KANT, Immanuel: “Lecciones de ética”, Editorial Crítica, 1988, Barcelona, España,  p. 71 y siguientes.
[2] KANT, Immanuel: “Fundamentación de la metafísica de las costumbres”, Ediciones Encuentro, 2003, Madrid, España,  p. 74 y siguientes.